viernes, 4 de enero de 2013

Dolor - Hospital - Karma .

No comí en todo el día, me dolía caminar y levantarme; me dolía hasta el punto de no poder moverme. Respirar, llorar, inmóvil en la cama, sola en la oscuridad. Realmente sentía que me moría, que con cada lágrima estaba más cerca. El dolor era tan agudo, insoportable.
 --
El hospital tenía ese olor asqueroso a productos de limpieza mezclado con humedad; quería vomitar. Odio los hospitales, cuando fui varias veces de chica me sorprendía más y más la frialdad de la gente. Cabe destacar que siempre fui una nena mimada de vaya a saber quién (me sentía querida cuando no era así, por eso "mimada") Chicos y chicos llorando, conectados a tubos y máquinas, con cicatrices por todo el cuerpo (cómo yo) y ese anticuado delantal clínico con el que les sacan la poca inocencia. Me dejaron un miedo profundo, que ahora vuelve a repetirse con más altura.
 Me atendieron para escuchar a mi madre decir lo inútil que soy; lo incapaz y lo poco intelectual. Me hacían caminar, girar, tocarme las rodillas; siento que tragué sangre en alguna posición. Sí, ciertamente lo hice, pero permanecí callada.
Finalmente me recetaron las drogas cada varios pares de horas y una visita con un especialista. Salí de las salas para escuchar a un trío de chicas reírse de mi. Se burlaron, se rieron viéndome a la cara. No las culpo, debía de haber sido realmente muy divertido. Tenía los ojos rojos e hinchados, estaba despeinada y todavía temblando del dolor. Cualquiera hubiera reaccionado igual, las entiendo realmente; Y está bien .

Subirme al auto, y escuchar una conversación que no tendría. Una conversación tan hiriente y a la vez directa, que hubiese quebrado a cualquier persona. Yo miraba por la ventana fingiendo estar dormida.
Al llegar, caminé lo más rápido que pude hacia la puerta con la esperanza estúpida de que estuviese él. Pero no estaba, era muy tarde, realmente no tiene importancia. Me acosté con lágrimas en los ojos a sentirme de nuevo una persona. Me quedé cyberhablando con personas con las que a veces siento la única compresión en el mundo.


 Tres horas de sueño después, el dolor es cada vez más fuerte. Sigo pensando que me lo merezco. Me merezco el dolor. Me merezco sentirme sola, sentirme asilada y llorar en silencio, es todo mi culpa.
Es cómo lo hice sentir, es incluso menos doloroso de lo que le causé a él. Puedo saldarlo, quiero saldarlo. Es lo que me merezco, está bien. Totalmente bien. Estoy bien, es karma. Es vida .

No hay comentarios:

Publicar un comentario