miércoles, 20 de marzo de 2013

Pastillas.

Estaba atrás mio, luego sobre mi costado y más tarde en frente. Lo miré y le dije: "¿Qué necesita, Señor?" mientras mis piernas temblaban. El puso su mano en mi antebrazo y con un tono desagradable contestó: "Sólo quiero conversar". 
Mi pecho se hundió tan profundamente que se me hacía imposible respirar. Me solté como pude y le hice entender con palabras que estaba apurada. Aceleré el paso. Él igual. Se detuvo en frente, otra vez, y pronunció palabras tan sucias que me repugna recordarlas. Salí corriendo y él en su moto llamándome a gritos. Paré, no podía más, si seguía terminaría internada probablemente. Estaba temblando, llorando, y con mucho, mucho miedo. "Subite a la moto", me dijo con un tono más serio. 
Corrí de nuevo, corrí y corrí hasta casi atropellar a un hombre que venía en sentido contrario. Le dije que me estaban acosando, que tenía miedo y dijo que me iba a ayudar. Me agarró del hombro y lo supe. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario