Mi pecho se hundió tan profundamente que se me hacía imposible respirar. Me solté como pude y le hice entender con palabras que estaba apurada. Aceleré el paso. Él igual. Se detuvo en frente, otra vez, y pronunció palabras tan sucias que me repugna recordarlas. Salí corriendo y él en su moto llamándome a gritos. Paré, no podía más, si seguía terminaría internada probablemente. Estaba temblando, llorando, y con mucho, mucho miedo. "Subite a la moto", me dijo con un tono más serio.
Corrí de nuevo, corrí y corrí hasta casi atropellar a un hombre que venía en sentido contrario. Le dije que me estaban acosando, que tenía miedo y dijo que me iba a ayudar. Me agarró del hombro y lo supe.
No hay comentarios:
Publicar un comentario