jueves, 17 de abril de 2014

Cuando algo me duele -hablo de que realmente duela-, no puedo evitar quedarme en silencio. 
 Una palabra, un gesto, y siento que me derrumbo más y más. En cambio, al callar, puedo escuchar mi dolor; mi corazón siendo rasgado, el nudo que se me forma en la garganta y no deja pasar el aire, ese pequeño deseo de desaparecer que explota dentro de mí. 
  Puedo llorar y llorar y así liberarme del dolor,
        Puedo recostarme en mi cama y dormir días enteros. 
                 O  Puedo seguir adelante. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario