La carga en mi pecho no me deja verte e insiste en romper esta soga que nos une. Y de a poco lo logra.
Me pregunto si te sentirás aliviado o miserable. O ambas.
Estoy sentada en el banco de nuestra plaza, de nuestros recuerdos, tomando un café y odiándote. Te odio como jamás amé a nadie.
No hay comentarios:
Publicar un comentario