miércoles, 23 de enero de 2013

Siempre se vuelve


Bajé la cabeza y, volví a estar sola aún rodeada de gente. Me sentí fuera de lugar, incomoda; sentí la necesidad de salir de ese lugar, aunque sabía que no podía. 
Corrí hacia el baño y había una mujer, joven de unos 25 años, limpiando. Le dije que probablemente debía vomitar y me señaló el inodoro sin mucho interés, sólo dijo: 
"Yo que vos lo pienso dos veces" , y agarrando sus cosas salió por la puerta.

 Agarré el celular, y me encerré en el cubículo del baño, avergonzada. Vi la hora, mandé un mensaje, leí otro, volví a ver la hora y lo dejé en el piso. Abracé mis piernas y apoyé mi cabeza en ellas; repasé el día mentalmente, luego repasé la semana y segundos después ya era todo el mes. Lo repasé todo cómo si se tratase de un libro aburrido que tienes que leer por obligación en el colegio y, solo te constas en leer los hechos más importantes. Yo conté cuantas veces había vomitado, llorado, tomado pastillas o pensado en el suicidio cómo escape. 
Apoye la espalda en la puerta y ésta se abrió llevándome hacia el piso. Miré el techo unos momentos, me levanté y vi, sin querer, mi cara en el espejo, sin mucho más la llené de agua, volví en busca del aparato y salí de allí. Caminado por el pasillo me secaba la cara con la remera que me quedaba grande apropósito y volví a la silla. Allí bajé la cabeza nuevamente e intenté dormir; quería dormir por siempre pero no fue así. Quería olvidarme de esa imagen, de esa horrible imagen de niña destrozada y patética que había visto en el espejo, pero tampoco fue así.
Nunca es así, por eso supongo que sigo escribiendo.

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