Sentía sus manos tocándome, su respiración desequilibrada en mi oreja, el peso de su cuerpo contraponiéndose al mío. Una lagrima bajó por mi mejilla, destruida, temblando.
Estaba tan aterrada, no podía hacer nada. No entendía que estaba pasando, pero el dolor estaba consumiendo mi pecho una vez más.
El tiempo parecía eterno, mi corazón estaba por estallar. Cerré los ojos tan fuerte que sentía que en algún momento iban a romperse.
Quería que parase, que saliera de encima, que dejara de tocarme; pero no pude decir nada, el miedo no me lo permitía y nadie notaba lo que pasaba. Todo prosiguió según él quiso y terminó con el desangramiento leve de mis arterias horas después .
Porque la pequeña niña a la que todos creían tan inocente y pura; se convirtió en el ser más repugnante de todos.
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