Él vivió y murió en esas hermosas pero manipuladoras garras. Nunca habló con nadie más que consigo mismo, nunca tuvo una familia o comprendió del todo lo que era la "felicidad".
No hubo una pizca de piedad. Su espíritu se fue desvaneciendo a paso que su cuerpo iba transformándose en una miserable rata experimental.
No hubo una pizca de piedad. Su espíritu se fue desvaneciendo a paso que su cuerpo iba transformándose en una miserable rata experimental.
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